De pájaros exóticos

EL GORRIONCETE
Cada mañana en la aldea, desde que recuerdo, mi abuelo se iba a hablar a solas con el gorrioncete. Entornaba la puerta de su habitación, que nunca ha cerrado bien, y nos dejaba en el pasillo, impacientes, observando por la rendija cómo abría la ventana y hablaba con el gorrioncete. Después, cerraba la ventana y trasteaba con las puertas del armario, que tampoco ajustaban, y salía de la habitación con el paquetito de caramelos y chocolatinas que había traído ese día el gorrioncete, especialmente para nosotras. El gorrioncete siempre fue muy pequeño, por eso nunca pudimos verlo.
Ahora que mi abuelo se ha ido y que yo he venido a vivir a un país tropical al fin he podido conocer al gorrioncete. Viene cada mañana a picar a mi ventana y es muy simpático. Negro, con una cresta en la cabeza y tonalidades azules irisadas en la cola. Se parece más al pájaro loco que a un gorrión y se levanta, como yo, una horita después de amanecer, cuando los rayos de sol, suaves aún, comienzan a entrar a través de mi ventana y chispear arcoiris en la habitación. Espera a que esté practicando y pica en la ventana. Cada día. A veces se lanza como un loco hacia dentro de la habitación como si no hubiera cristal. Le he abierto todas las ventanas posibles por si quiere entrar, pero no quiere. Siempre elige los cristales cerrados.
En Norbulingka, el palacio de verano del Dalai Lama, a cinco minutos de aquí, esta la pareja de mi gorrioncete, aunque no sé cual es cual. Tiene la misma cresta, pero la cola es tres veces más larga que el cuerpo y cuando vuela de rama en rama parece una de las bailarinas de la ópera de Pekin, con sus cintas al viento.
Ya digo yo que esto de la meditación es como ser pequeña de nuevo. Una se pone a meditar y aparece el gorrioncete, al fin.

EL CUCO
También tenemos un cuco cantarín. Mi abuelo contaba el número de veces que cantaba porque decía que eran los años que le quedaban de vida. Yo tengo el mismo vicio: canta el cuco y yo cuento. Uno, dos, tres...

El sábado vino a visitarnos SS Dalai Lama y en cuanto pasó por la puertecilla de madera de la entrada el cuco cantó. Parece que se puso muy contento porque es un signo muy auspicioso. Podéis ver las fotos que hizo Irene aquí.

LAS GOLONDRINAS
Aquí el pasillo no tiene puertas, está abierto y es el sitio dónde la temperatura es más agradable. Por las tardes, de vez en cuando, me voy a estudiar al pasillo y, pronto, algunas noches, me iré también a dormir allí.
Ayer las golondrinas han acabado su nido en el pasillo y cantan dulcecito.

GARZAS
Han aparecido hace un par de días. Son grandes como gansos y van en grupo. Blancas con el cuello y la cabeza de un rosa pálido. Llenan los campos y su largas patas y cuello las hacen parecer elegantes y a punto de romperse. Verlas volar impresiona. Y están por aquí, en los campos de delante de mi habitación.
He buscado por internet y esto es lo que más se les parece: GARZA BLANCA GRANDE (Egretta alba) Dique Frontal-Termas de Río Hondo-Dpto.Río

ADEMÁS
Esto está lleno de loros que se juntan en grupos de a diez y hacen gamberradas por ahí. Hay un montón de especies que no conozco. Esther estaría disfrutando como una loca por aquí.

A las que no he visto aún es a las lavandeiras correteando por los campos mientras mueven su cola arriba y abajo, y trayendo noticias siempre que aparecen, como decía mi Tía Celia. Será que les hemos dado tanto trabajo que están exhaustas en su árbol. En cambio, las lavandeiras de verdad, con sus saris brillantes, están cada día en el río del caminito, extendiendo la ropa mojada en los matorrales de la vereda para que se seque al sol.

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