"ESTAMOS AQUI REUNIDOS..."
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Esas supongo que serían las palabras de Don Julio hace hoy 50 años. Yo no estaba, pero muchos de vosotros sí que habéis sido testigos de ese momento en el que estos dos jovencitos -con toda la vida por delante- prometían juntar sus iludiones y correr tras un futuro feliz.
Y digo "estos dos jovencitos" porque los conozco, y, como dice mi padre:
-Yo sigo siendo igual por dentro.
Y así es, sus corazones siguen anhelando un futuro feliz, aunque la carcasa de mi padre no aguante ya toda la noche bailando, y la de mi madre haya aprendido a bailar toda la noche.
Aunque no me han contado su discurso, sé que a estas alturas habrán mencionado ya que se vieron de pequeños, y que, cuando se volvieron a ver a los 16, a mi padre le moló mi madre, aunque le pareciera "un poco mayor" para él.
Lo que seguramente no habrán contado son todas las dificultades que han tenido para llegar hasta allí, a la Insua el 21 de Agosto de 1961, superar la distancia, los bailes, los padres, las carabinas, los competidores y competidoras. Llegar y comenzar a construir una base de confianza mútua y una estabilidad económica. Las condiciones estaban llenas de promesas: de dos familias de labradores y herreros, al fin uno con "la profesión del futuro".
¡Cuantas luchas, ilusiones y desilusiones en el camino!
Y hemos venido al mundo, como un amasijo de carne, sucias, desnudas, sin un duro, sin amigos, y sin capacidad de movernos ni siquiera de alimentarnos, sin saber comunicarnos y sin nada que ofrecer. Lo primero que hemos oido han sido unos sonidos inconexos: bu, bu, bu, tiki, tiki, tiki, cuchi, cuchi, cuchi, que, aunque no están en el diccionario, todos podemos entender que es el lenguaje del amor. Este lenguaje, ha ido moldeándose y creciendo con nosotros. En nuestra casa nunca ha habido mucho, pero lo que ha habido ha sido para estas dos caraduras que aparecieron un día en la casa sin previo aviso, bueno, con un preaviso de nueve meses, pero sin preguntar si había sitio.
Como mi hermana tiene también su discurso hecho, me remito a ella para que explique su parte.
Mientras tanto, entre dificultades y estrecheces, hemos ido creciendo, mi hermana ha sido más fácil, pero yo me he dedicado a exigir y exigir como si existiera un derecho natural de hijo que fuera independiente de la generosidad de los padres.
Y ahora comprendo lo generosos que han sido. En todos estos años nunca han pedido o necesitado nada más que un poquito de cariño. Y, -os digo más- hasta con el poquito que se ha ido destilando con los años, se han conformado.
A estos dos jovencitos los he visto trabajar sin parar, acumulando años y años de esfuerzo para "tirar adelante", enfrentándose cada día a que las cosas no fueran como a ellos les hubiera gustado. La profesión del futuro se quedó en el pasado como "la casa de Caranza" y las ambiciones sobre los hijos también han tenido que adaptarse: Ni yo me he casado, ni he sido química de la Marina, no me he hecho famosa o importante, ni siquiera "me gano bien la vida". Y, además, me he ido a la India en una edad comprometida y dejando de lado todas mis "brillantes carreras".
El caso es que, con respecto a mi, los pobres jovencitos no entienden nada, y no me extraña: bastante trabajoo me cuesta entenderme a mi misma, y eso que me tengo más cerca.
Pero aún así, confían y respetan la vida que hago. Y esta es la clave, la clave de que hoy, 50 años despues,
"ESTAMOS AQUI REUNIDOS", con todas las ilusiones y desilusiones que nos ha traido la vida, y por encima de ellas, porque, a pesar de todo lo que queremos y lo que no queremos, de todo lo que nos gusta y no nos gusta, el amor que estos dos jovencitos han construido está lleno de aceptación y confianza.
Así que tengo mucho que aprender. A ellos no les ha hecho falta irse a la India, ni recorrer el mundo, con el día a día, las esperanzas y las desilusiones han ido sembrando de flores este camino que yo recorro.
Esto no es el final de la historia, el caminito sigue y está plantado de flores de muchos colores, pero eso Don Julio continuó:
"...PARA CELEBRAR ESTE ENLACE".
Y eso es lo que seguimos haciendo 50 años después, CELEBRANDO este enlace que tantos frutos y flores nos ha traido a todos.
Otra cosa que he aprendido es que todo se contagia, y que es más fácil contagiar tristezas y ansiedades que amor y felicidad, así que espero seguir cultivando la alegría para poderla compartir con ellos y con todos vosotros que estáis aquí. Si estáis aquí es por estos lazos de cariño que habéis forjado con ellos durante tantos años. Creo que es el momento de recoger los frutos y disfrutar.
¿Bailamos?
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