Con la cabeza en la India, ¿y el corazón?
Esto me ha preguntado mi amiga Sol (de quién me siento muy orgullosa de ser amiga, por cierto).
Y es que cuando empecé el blog estaba en Barcelona organizándolo todo para venirme a vivir aquí, a la India. Ahora estoy aquí y organizándolo todo para la visitita - y pedir la visita- a España, es decir, con la cabeza en España.
Pues me ha dejado unos cuantos días pensando, pensando, no creas!
Primero pensé que no tenía corazón.
Luego me dió la ñoña y que si ya no estaba, o que estaba a pedacitos o que lo había perdido y todas las otras cosas que salen en las canciones almibaradas, o en las del periscopio, pero que me sonaban mucho a cliché y no me acababan de encajar con lo que yo sentía.
Luego me dí cuenta que no sabía qué color tenía, que forma tenía, qué olor tenía ni a qué sabía -mi pequeño Sangye Kyab-, pero que debe estar en algún sitio, por aquí cerca, porque de vez en cuando me dice cosas al oído, y no en bajito, por cierto, más bien a grito pelado y ahora insiste e insiste en que quiere vivir en la India.
Ayer, qué casualidad, en medio de la noche, resbalé y me dí un golpetazo en las costillas con el borde de la cama. Ahora parezco Frankestein cuando camino, y me duele el corazón. Y, de estas cosas que pasan, mientras iba volando, pasaron muchas cosas en la cabeza, no en el corazón, y todo va rápido, sobre todo la estupefacción de cómo puede ser posible de que te la pegas y te la pegas de verdad y esta vez no es de coña, no. Y luego te la has pegado y con el susto te quieres levantar y luego te acuerdas de que no, de que hay que quedarse quieta y dejar que el cuerpo se recomponga por si sólo, pero vaya, demasiado tarde, ya me había movido y el mal ya estaba un poco hecho, pero no del todo, siempre puedes volver a la posición de la caída y ahí quedarte. Vaya cosa rara, levanté el brazo y no lo conseguí apoyar antes de que las costillas dieran contra la madera, que cosa tan tonta. Parece como si en una décima de segundo hubiera "decidido" pegármela justo ahí, en todo el costillar. Y de pronto pensé, igual está bien porque a lo mejor al recolocar, consigo recolocarlo todo, lo de ahora y lo de antes: la vértebra descolocada, el corazón, la agonía del estómago, y como va todo junto bloqueado igual la única forma de arreglarlo y que deje de estrangularse el uno al otro es así, a castañazo limpio. Así que así lo pensé y así lo hice.
Aquí Frankestein escribiendo, y planificando el nuevo interiorismo. Pero que quede claro que por fuera, la carcasa sigue estupenda, ni un moratón me ha salido (de momento). Ya os contaré de qué color tapizo los nuevos sillones...
Y es que cuando empecé el blog estaba en Barcelona organizándolo todo para venirme a vivir aquí, a la India. Ahora estoy aquí y organizándolo todo para la visitita - y pedir la visita- a España, es decir, con la cabeza en España.
Pues me ha dejado unos cuantos días pensando, pensando, no creas!
Primero pensé que no tenía corazón.
Luego me dió la ñoña y que si ya no estaba, o que estaba a pedacitos o que lo había perdido y todas las otras cosas que salen en las canciones almibaradas, o en las del periscopio, pero que me sonaban mucho a cliché y no me acababan de encajar con lo que yo sentía.
Luego me dí cuenta que no sabía qué color tenía, que forma tenía, qué olor tenía ni a qué sabía -mi pequeño Sangye Kyab-, pero que debe estar en algún sitio, por aquí cerca, porque de vez en cuando me dice cosas al oído, y no en bajito, por cierto, más bien a grito pelado y ahora insiste e insiste en que quiere vivir en la India.
Ayer, qué casualidad, en medio de la noche, resbalé y me dí un golpetazo en las costillas con el borde de la cama. Ahora parezco Frankestein cuando camino, y me duele el corazón. Y, de estas cosas que pasan, mientras iba volando, pasaron muchas cosas en la cabeza, no en el corazón, y todo va rápido, sobre todo la estupefacción de cómo puede ser posible de que te la pegas y te la pegas de verdad y esta vez no es de coña, no. Y luego te la has pegado y con el susto te quieres levantar y luego te acuerdas de que no, de que hay que quedarse quieta y dejar que el cuerpo se recomponga por si sólo, pero vaya, demasiado tarde, ya me había movido y el mal ya estaba un poco hecho, pero no del todo, siempre puedes volver a la posición de la caída y ahí quedarte. Vaya cosa rara, levanté el brazo y no lo conseguí apoyar antes de que las costillas dieran contra la madera, que cosa tan tonta. Parece como si en una décima de segundo hubiera "decidido" pegármela justo ahí, en todo el costillar. Y de pronto pensé, igual está bien porque a lo mejor al recolocar, consigo recolocarlo todo, lo de ahora y lo de antes: la vértebra descolocada, el corazón, la agonía del estómago, y como va todo junto bloqueado igual la única forma de arreglarlo y que deje de estrangularse el uno al otro es así, a castañazo limpio. Así que así lo pensé y así lo hice.
Aquí Frankestein escribiendo, y planificando el nuevo interiorismo. Pero que quede claro que por fuera, la carcasa sigue estupenda, ni un moratón me ha salido (de momento). Ya os contaré de qué color tapizo los nuevos sillones...
Comentarios
si estas como en la foto, estas preciosa, me alegra saber que sigues en la India ...y eso de irta a... no se como se llama, es un lugar es un monasterio... que vas a hacer allí???? en fn ya me lo cuentas en la proxima, por ahor te mando besitos grandes.Fue una preciosa lastima que nos nos pudierasmos ver en Panillo. Sarima