Entre monos y monjes, vaya memoria.
Aquí, en la casita de retiro, casi no tengo cobertura. Como necesitaba pedirle a mis amigos que me fueran a comprar bicarbonato y un filtro para el agua, decidí salir al bosquecillo de arriba en busca de señal. Ahí me encontráis cuando, peleando con el teléfono y la tarjeta de memoria, aparecen ♩ ♪ ♫♬ (tatatacháaan) aparecen tres monos machos, jefes de la manada que vive en estos bosques. Usan el jardincito de mi casa como parque infantil para los monos mocosos y sus madres, así que los conozco bien. Desde las rejas de mi ventana se ve el mundo al revés: los monos libres, fuera, jugando y saltándose todas las normas del mundo sin problema y yo encerrada sin que me hagan el menor caso. El año pasado hacía postraciones en el jardín y nos ignorábamos mutuamente. Nunca les he tenido miedo -respeto sí- pero ayer me cogió un miedo de esos que se te quedan presos en el pecho y no te dejan pensar, así que metí todos los trozos de teléfono en el bolsillo, me colgué el m